Las noches en esta ciudad pasan rápido, fugaces, como pensamientos vagos de nuestra mente. Son noches que nos invitan a perdernos en esta ciudad que muchas veces nos enreda en sus malos hábitos y pésimas costumbres. Son noches que todos hemos vivido, ya sea solos o acompañados.
Son las noches en la ciudad de la furia, en donde cada momento nos insita a un acto salvaje que nos permite reencontrarnos con nuestro lado más animal y casi extinto. Noches de cerveza y buena música. Otras noches son de relajo y sueños. Otras de pasiones y desventuras. Así es como nos cautiva la ciudad.
A veces queremos escapar de esta urbe de la furia, pero siempre nos persigue. Nuestra inscripción lo dice: “Tu has nacido bajo las reglas de esta ciudad. Tu ciudad, la ciudad de la furia”. No podemos alejarnos de nuestras raíces ni menos de nuestro destino.
Esta ciudad nos somete, pero nos promete noches intensas de emociones, pasiones, música y anhelos. Nos inspira miedos, temores y dolores. Pero nos otorga nuestra esencia más intima, nuestro lado más salvaje y osado, que solo logramos conseguir sobreviviendo en este oasis de lo sagrado y profano.
Ahora, solo tómame de la mano y dejémonos llevar en esta ciudad.
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